La alegría es un derecho del
pueblo. El dinero no puede ser la barrera entre los que se divierten y
los que no pueden divertirse.
Nosotros consideramos que una
expresión esencial del ser humano es emitir sus sentimientos de
alegría y si es posible compartirlos. Por eso nosotros hemos
dado un carácter abierto a nuestras fiestas en el que todo el
mundo incluido el que menos tiene pueda ejercer su derecho a divertirse
y donde rompamos con el mito de que la única diversión es
la individual porque pensamos que en el encuentro, que en el
diálogo con los otros semejantes es donde más se llenan
todos los sentimientos humanos, incluido el de la alegría.
La alegría tiene que ser gratuita y
todos tenemos que trabajar por conseguirla y acercarla a todas las
personas sin distinción. Para eso buscamos los puntos de
encuentro con todos los colectivos que componen nuestra comunidad y
buscamos los espacios donde cada uno de ellos se sienta más a
gusto, pensionistas, jóvenes, niños o donde todos juntos
podamos, en la diferencia, compartir fiestas que a todos nos dicen algo
y fomentan el espíritu de solidaridad y convivencia.
Es preciso rescatar las diversiones de las
manos de los grandes almacenes, de los grandes medios de
comunicación, de quienes ordenan el consumo y lo convierten en
fiestas que todos tenemos que seguir como autómatas. Hace falta
mucha imaginación y por supuesto mucha recuperación de
nuestras tradiciones populares.